Este día cinco de junio, día del medio ambiente tal vez se recordará como un día más dentro del año 2020, Pero este año permanecerá en nuestra memoria como el año en que recibimos un gran aviso.
Una durísima lección para recordar. Una “sorpresiva “pandemia que fue advertida con insistencia durante décadas y que parece nadie pudo escuchar a tiempo.
La naturaleza es un inmenso aliado de nuestro bienestar y la preservación de la de vida, pero cuando lo olvidamos y atravesamos la frontera de la sostenibilidad y la sensatez, se multiplican los riesgos de manera imprevisible.
Las consecuencias y el costo a pagar por esta falta de criterio pueden ser incalculable. Lamentablemente lo vamos verificando en estos duros días de cuarentena.
Que ciertos virus y plagas salten de una especie a otra con tanta frecuencia y facilidad es una consecuencia directa de nuestro modo de relacionarnos con la naturaleza de manera irracional.
Desde la alarmante pérdida de biodiversidad hasta las formas de encarar la productividad (Que en su modo actual es del todo insostenible). Todo el modelo productivo actual, cómo está organizados atenta seriamente contra el medio ambiente y nosotros incluidos.
Todo esto deberá cambiar dice la ciencia sin exageración. Lo que está en riesgo no es sólo el medio ambiente, es nuestra propia especie en su conjunto, como bien hemos podido vislumbrar en estos últimos desastres y sus consecuencias.
Las posibilidades de que esta pandemia ocurriera fueron advertidas, no se escuchó el aviso. La próxima puede ser evitada si tomamos conciencia.
O no lo hacemos y continuamos un ciclo cada vez más riesgoso de correr sin freno hacia ninguna parte.
La mejor vacuna será y es, nuestra consciencia, trabajar por un modo de vida sostenible, también en nuestras ciudades y regiones, ahora, aquí, está es la mejor vacuna y la mejor alternativa para el futuro inmediato.
Una lección para no olvidar.
