Un vínculo que se pierde en las memorias del tiempo.
EL PLAN ESTRATÉGICO Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
El origen de la palabra hogar viene de fogón, de sitio donde se prende el fuego, lugar donde se elabora la comida, el lugar donde se cocina, que reúne, que convoca al grupo familiar en la intimidad del adentro, del habitar lo cotidiano, de la madre que nutre.
La confirmación simbólica y ritual del sustento humano, el comedor tradicional, que reúne a todos al final de la jornada, la casa, lugar que da protección, lugar de aprendizaje y construcción común, emplazamiento de hábitos ciudadanos básicos, aprendizaje de normas.
El ritual de compartir la vida, compartir la mesa, la ciudad compartida que alberga los excedentes agrarios, que resguarda, que cuida y reparte, que organiza, que defiende… la civilización.
La ciudad nace junto a las primitivas culturas agrarias, que se organizaron y agruparon
en pequeños poblados, con herramientas de labranza, pero también con ritos y ceremonias. El banquete, la celebración, el sustento asegurado y celebrado fruto de la cooperación, el orden conquistado, compartido y consensuado, la ciudad bien gobernada por su comunidad, así creció la civilización.
Las viejas cocinas del afecto hoy han sido resignificadas y remplazadas por la oferta y la demanda, las modas gastronómicas. El ideal del bienestar y las aspiraciones del consumidor mandan.
Ya no es el campesino de la primitiva ciudad preindustrial el que cocina o cultiva a su gusto o buen criterio de su saber y experiencia.
Junto a la revolución industrial y al capitalismo moderno, la comida y su accesibilidad cobraron una nueva dimensión material y simbólica, diferente al orden consuetudinario de antaño. La comida ahora deviene rápidamente en objeto de comercio e intercambio económico financiero por sobre cualquier otro significante.
La comida se transforma en objeto de prestigio y exclusividad, antes en manos de algunos pocos nobles que acaparaban la tierra, ahora mutando en mercancía de masas según qué producto y qué momento. Ahora habrá hambre o habrá carestía, según la oferta y la demanda, la especulación y acaparamiento distributivo. La comida ya no es un bien común, es un producto industrial y comercial, utilísimo comodity especulativo en algunos rubros.
La oferta y la demanda, la forma de comercialización y distribución, el comercio internacional, la producción tecnológica de escala, transformaron la alimentación en una poderosa industria planetaria. Concentrada en cuatro grandes corporaciones alimentarias globales.
La publicidad crea demandas artificiales, que reorientan el destino de los excedentes, “el plato” y las modas mandan y demandan sobre el imaginario, que es redefinido permanentemente y orientado para consumir, dejar de hacerlo, repetir, olvidar, lo que se debe o no producir, cosechar o no.
Se come lo que los mercados demandan y no a la inversa. Se come o se tira por razones de aspecto, diseño, apariencia, color y otros tantos patrones impuestos por las industrias culturales de las modas de la alimentación.
Queremos naranjas redondas como una pelota de ping pong, de un color saturado que no existe en la naturaleza, homogéneas, envueltas, plastificadas, en cualquier época del año. Si no es así, no se venden, y son los gustos los que orientan la producción en masa, lo que se come o se tira.
Comemos imágenes con los ojos, y toxinas con productos artificiales que simulan ser comestibles. Por este canon se rigen los mercados. Mientras millones quedan afuera de la fiesta y otros millones en Occidente enferman por sobrealimentación tóxica.
Estamos dejando los océanos sin peces, para alimentar ganado con harinas de pescado, lo que a su vez significa que se ocupen tierras de cultivo, imprescindibles para producir comida para humanos.
Se explotan los recursos de la tierra como si la superficie del planeta fuera infinita. Con estas prácticas expansivas y descontroladas nos cargamos, montes, selvas, hasta el mismo Amazonas, y apuramos el cambio climático.
Quedan 3,5 millones de hectáreas de selvas húmedas de los 18 millones que había originalmente.
En nombre de ideas y valores que la idiosincrasia comercial impulsa noche y día, mientras millones pasan hambre y otros tantos consumen una dieta que no cumple los requisitos nutricionales básicos.
La función del Estado y el compromiso de la comunidad no solo debe hacer por el control de calidades y precios en la cadena de valor, sino abrir un caudal de información socialmente necesaria, que permita aumentar los criterios de elegibilidad pública de la alimentación y la seguridad alimentaria.
Hasta aquí, un recorrido fugaz por el estado insostenible de un mundo que, a todas luces, tendrá que modificar estructuras agroalimentarias en la línea propuesta por la ONU en sus 17 puntos para el desarrollo sostenible, si quiere alimentar a nueve mil millones de seres humanos dentro de una década en un planeta devastado por sobre explotación.
Pero ahora aquí, en nuestra región, algo nos convoca con urgencia y alarma. Algo está ocurriendo que demanda respuestas inmediatas a las puertas de nuestra propia ciudad.
Miles de familias en nuestro país no llegan a cubrir en este momento una dieta nutricionalmente equilibrada y completa, arriesgando la salud física y psíquica de miles de niños en pleno crecimiento, junto a adultos mayores que, de igual modo, quedan expuestos al riesgo de salud por carecer de una dieta de calidad suficiente.
En un país exportador de alimentos esto es injustificable, escandaloso y disparatado. Debería avergonzarnos como comunidad y como nación.
Pero la perplejidad no soluciona ni resuelve.
Podemos actuar. Podemos hacerlo. Sabemos cómo se puede afrontar la situación en nuestra región.
Para comenzar, para que en Carmen de Areco no haya un solo niño con desnutrición o riesgo alimentario, proponemos informarnos y participar para tener las herramientas necesarias y el conocimiento suficiente de la situación de emergencia alimentaria con su diagnóstico, contando con la cooperación solidaria y organizada de la comunidad a través de las mesas de mapeo, de los profesionales de la salud, de los asistentes sociales, miembros de instituciones, comedores y merenderos, empresas y productores agrícolas, para sumar desde el plan estratégico de Carmen de Areco todos los esfuerzos conjuntos para llevar a cabo una intervención de emergencia.
Tres son los tramos de esta tarea dentro del plan estratégico de NOSOTROS CARMEN DE ARECO.
Una primera, urgente y paliativa, con recursos limitados para mitigar en primera instancia los daños y las consecuencias de esta situación, con trabajo comunicacional, información del relevamiento asistencial directo y control sanitario, contando con mucha solidaridad y cooperación ciudadana para la tarea.
Segundo, poner en marcha recursos regionales, en cooperación con otras instituciones, municipios y actores económicos locales y regionales.
Y tercero, comenzar a implementar el programa interrumpido de seguridad alimentaria, imprescindible para afrontar a largo plazo los desafíos de la alimentación en el área región y en Argentina toda.
Te invitamos a participar de la primera charla informativa, “Los primeros mil días en la vida de un niño”, donde abordaremos la cuestión de la nutrición y el cuidado en la primera infancia.
Publicado en Nosotroscarmendeareco.org
ABRIL 20, 2019